sábado, 28 de julio de 2012

ADOLFO ARISTARAIN

Uno de mis directores favoritos. ¿Por qué? Me parece que a esa gente que retrata la conozco, que son familia mía o amigos, son alguien a quien ya he visto antes (la sencillez).  Ya me gustó "Un lugar en el mundo".  José Sacristán.  No recuerdo cuál de las anteriores. Pero "Martín Hache" es una película que he visto decenas de veces, no me canso (dicen que eso ocurre sólo con las obras maestras). "Quizás hablan demasiado", me dijo uno. Sí, bueno, no sé, pero sí sé que no he visto nunca  un grupo de actores tan ensamblado, una historia tan hermosa como real, unos personajes tan extraordinarios y "tan creíbles", a la vez. Y uno acaba queriéndolos. Sí, queriéndolos: esto me pasa con Aristarain solo (bueno, alguno más), que te despierta cariño, complicidad, empatía, ternura. Tal vez porque siempre se dirige a lo esencial, lo humano, sin adornos y sin batallitas. Maravillosa Cecilia Roth, inconmensurable Luppi -como siempre-, genial Juan Diego Botto, e inaccesible en las alturas, Eusebio Poncela (debilidad por todos ellos, juntos y por separado, un grupo de puro "lujo", por su trabajo y por su actitud vital, como en la película, sin más).

En "Lugares comunes", hermosísima historia de Luppi-Sampietro (estupendos).

En "Roma", llena de belleza por todas partes, una historia tan entrañable.


Momentos: la escena del chalet de Almería en "Martín Hache"; Luppi-Sampietro en la "chacra" de "Lugares comunes"; las reuniones en la librería o el piano de la madre, en "Roma".

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